Calidad del sueño

Ser padres de adolescentes puede ser un reto. Pero también puede ser una alegría. La clave está en saber cuidar de uno mismo, ante todo. Antes de tener hijos, es posible que pienses que la paternidad es algo natural. Y, hasta cierto punto, así es. Pero hay días (y a veces meses y años) en los que todos los padres necesitan un poco más de apoyo.

Ahí es donde pueden ser útiles las estrategias para educar a los adolescentes basadas en la evidencia y probadas a lo largo del tiempo. Cuando los padres crían adolescentes, se benefician de tener un conjunto de herramientas para mantener la calma, crear un hogar armonioso y relacionarse con sus hijos de forma positiva.

Vivir con niños puede ser estresante. Esto es cierto tanto para las adolescentes como para los adolescentes. A menudo surgen situaciones complicadas. Pero si eres capaz de regular tus propias emociones, lo más probable es que a tu hijo también le vaya mejor. El autocuidado desempeña un papel fundamental.

Tenga seis o dieciséis años, tu hijo siempre está desarrollando su identidad y sus opiniones. Por eso, una parte de ese proceso consiste en estar en desacuerdo y oponerse a lo que percibe como control paterno. Recuerda que no se trata de lo buen o mal padre que seas.

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Desde que existen pensadores entre nosotros, se han planteado preguntas sobre la naturaleza y la finalidad del sueño. De hecho, el sueño fue un tema abordado por algunos de los más grandes pensadores del mundo antiguo, como Alcmeón de Crotona, que ofreció su explicación científica del sueño entre 500 y 450 a.C., y Aristóteles, que escribió sobre el sueño en 350 a.C. Hoy en día, los científicos siguen aprendiendo cosas importantes sobre el sueño, aportando numerosas pruebas de su papel fundamental en la salud y el bienestar tanto a corto como a largo plazo. Descubra lo que necesita saber sobre el sueño y su salud con esta guía informativa sobre el sueño.

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El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. señala cómo ha evolucionado la comprensión de la naturaleza del sueño en la era moderna. Antes se consideraba una especie de fase de desconexión del cuerpo y la mente, pero ahora se entiende que el sueño es un proceso biológico esencial de naturaleza compleja. Mientras dormimos suceden muchas cosas en la mente y el cuerpo, procesos esenciales para la salud física, el bienestar mental y el funcionamiento cognitivo.

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No los varíes en más de dos horas. Esto puede resultar difícil los fines de semana, con la tentación de dormir hasta tarde, pero intente cumplirlo. Las grandes variaciones en los horarios de sueño pueden tener los mismos efectos que dormir menos de lo normal.1

Asegúrate de hacer estas cosas relajantes lejos de la luz brillante, y no hagas actividades estimulantes como los deberes justo antes de acostarte. Esto puede resultar difícil para los estudiantes universitarios, pero intenta tener un tiempo de descanso entre el estudio y el momento de irte a la cama.

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Aducción o aproximación

Si no consigues dormirte tras unos 15 minutos, levántate y vete a otra habitación. Si estás en una residencia universitaria, levántate de la cama y haz algo que no esté relacionado con el sueño, pero que sea relajante. Vuelva a la cama sólo cuando sienta sueño.

La nicotina es un estimulante, lo que puede dificultar conciliar el sueño. Cuando los fumadores se van a dormir, los síntomas de abstinencia también pueden provocar un sueño deficiente. La nicotina también puede causar problemas para despertarse por la mañana y provocar pesadillas. Si eres fumador, intenta no fumar en las dos horas anteriores a acostarte.

Guía del sueño

Dormir bien es una de las claves de la buena salud, y también puede serlo para mantener un peso saludable. Cada vez hay más pruebas de que las personas que duermen poco corren un mayor riesgo de engordar y padecer obesidad que las que duermen entre siete y ocho horas por noche. Dada la creciente tendencia de nuestra sociedad a quemar las pestañas -en 1998, el 35% de los adultos estadounidenses dormía 8 horas por noche, y en 2005 esa cifra había descendido al 26% (1)-, la falta de sueño podría ser uno de los principales factores que contribuyen a la epidemia de obesidad.

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Decenas de estudios realizados en los cinco continentes han analizado la relación entre la duración del sueño y la obesidad infantil. La mayoría (pero no todos) han encontrado una relación convincente entre la falta de sueño y el aumento de peso (2-8). (2-8) Las pruebas más sólidas proceden de estudios que han realizado un seguimiento de los hábitos de sueño de un gran número de niños durante largos periodos de tiempo (estudios longitudinales) y que también han tenido en cuenta otros muchos factores que podrían aumentar el riesgo de obesidad infantil, como la obesidad de los padres, el tiempo de televisión y la actividad física.