Disfunción propioceptiva
Si ha sufrido una lesión o enfermedad y tiene dificultades con la movilidad funcional normal, puede beneficiarse de la fisioterapia para ayudarle a recuperarse totalmente y volver a sus actividades normales. Es probable que su fisioterapeuta trabaje con usted para mejorar su amplitud de movimiento (ADM) y su fuerza, y para que se sienta mejor y se mueva mejor.
El fisioterapeuta también puede trabajar con usted para mejorar el equilibrio y la propiocepción. El equilibrio es fácil de entender: es la capacidad del cuerpo para mantenerse erguido en posición de pie o sentado. Pero, ¿qué es la propiocepción y cuáles son algunos ejemplos de propiocepción y cómo se utiliza en fisioterapia?
Hay terminaciones nerviosas especializadas en las articulaciones y los músculos del cuerpo que comunican información al cerebro sobre las distintas posiciones en que se encuentran las articulaciones y los músculos. Algunas de estas terminaciones nerviosas indican al cerebro en qué posición se encuentra un determinado músculo o articulación, y otras le indican cómo se mueve el músculo y a qué velocidad. Esta información permite al cerebro saber dónde están las partes del cuerpo sin tener que mirarlas.
¿Qué es la propiocepción en fisioterapia?
Propiocepción (sentido de la posición articular): La propiocepción es nuestro sentido de la posición de las articulaciones y las extremidades. A menudo se mide a través del sentido de la posición articular: sentido de la posición articular activa (SPAA) y sentido de la posición articular pasiva (SOPP).
¿Qué es la propiocepción y cómo funciona?
La propiocepción, también conocida como cinestesia, es la capacidad del cuerpo para percibir el movimiento, la acción y la ubicación. Está presente en cada movimiento muscular que realizas. Sin la propiocepción, no podrías moverte sin pensar en el siguiente paso.
¿Qué es la propiocepción y por qué es tan importante?
La propiocepción, como capacidad de un organismo para percibir la posición y los movimientos de las articulaciones y la percepción de la fuerza en el espacio, nos permite comprender mejor nuestro movimiento y postura. La propiocepción está estrechamente relacionada con el equilibrio.
Propiocepción autismo
La propiocepción nos permite saber dónde están nuestras extremidades en el espacio sin mirarlas, lo que es importante para todos los movimientos cotidianos que realizamos. Cuando realizamos movimientos complejos, como los deportivos, es necesario mejorar la propiocepción, ya que una coordinación precisa es esencial para mejorar el rendimiento y minimizar el riesgo de lesiones.
El sistema es subconsciente y a menudo reflejo, lo que significa que no tenemos control voluntario sobre él. Aunque podemos utilizar conscientemente el sistema propioceptivo y, por lo tanto, podemos entrenarlo y mejorarlo.
Otro ejemplo: si caminamos sobre una superficie que se inclina hacia un lado y de repente cambia de dirección, no nos damos cuenta, pero nuestras articulaciones, como el tobillo, ajustan su posición y ciertos músculos cambian su actividad, etc.
Tras una lesión en articulaciones y ligamentos, los receptores también resultan dañados, lo que significa que la información que normalmente se envía al cerebro se ve afectada. Como consecuencia, la articulación se siente extraña o simplemente no se siente bien.
Somatosensación
La propiocepción es la conciencia de dónde está nuestro cuerpo en el espacio. Los receptores de las articulaciones y los músculos nos dan información, de modo que, sin mirar, sabemos que, por ejemplo, un pie se mueve delante del otro. A menudo esta conciencia es subconsciente, pero puede darnos mucha información, como la velocidad a la que se mueve una extremidad, el ángulo de flexión y la posición del centro de gravedad. Nuestro cuerpo puede utilizar esta información para reaccionar con rapidez y mantener el equilibrio, evitando lesiones tanto en el deporte como en la vida cotidiana.
Cuando se produce una lesión, también podemos dañar el sistema propioceptivo. El ejemplo más común es un esguince de tobillo; meses después de la lesión puede que ya no haya dolor y que el tobillo parezca estar fuerte, pero con frecuencia nos torcemos el mismo tobillo debido a una retroalimentación propioceptiva debilitada.
Al igual que los músculos, podemos fortalecer el sistema propioceptivo poniendo a prueba el equilibrio y fomentando el desarrollo de más receptores y nervios. Es importante hacerlo con seguridad y su fisioterapeuta puede guiarle.
Entrenamiento propioceptivo
Propiocepción La propiocepción es la sensación de saber dónde se encuentra una parte del cuerpo en el espacio, sin tener que mirar. Puede ser un concepto difícil de entender hasta que se pierde, porque gran parte de la propiocepción se produce inconscientemente. Es importante en todos los movimientos cotidianos, pero especialmente en los movimientos deportivos complicados, en los que es esencial una coordinación precisa.
La propiocepción puede verse afectada por lesiones articulares, como los esguinces de ligamentos. Cuando se pierde la propiocepción de la articulación tras un esguince, se puede experimentar una sensación de inestabilidad de la articulación. El síntoma más común de la disminución de la propiocepción es la falta de equilibrio.
El sistema propioceptivo está formado por nervios receptores situados en los músculos, articulaciones y ligamentos que rodean las articulaciones. Los receptores perciben la tensión y el estiramiento y transmiten esta información al cerebro, donde es procesada. El cerebro responde enviando señales a los músculos para que se contraigan o relajen y produzcan el movimiento deseado. Tras una lesión en articulaciones y ligamentos, los receptores también resultan dañados, lo que significa que la información que normalmente se envía al cerebro se ve afectada. Esto puede dejar a la persona propensa a volver a lesionarse, o disminuir su coordinación durante la práctica deportiva.