Tratamiento fisioterápico de la epicondilitis lateral: revisión sistemática
Las lesiones de codo suelen ser difíciles de diagnosticar y tratar. Muchos clínicos con formación consideran que las lesiones de codo pueden ser confusas y el tratamiento algo complicado. Si nos fijamos en la investigación, el dolor de codo casi siempre es una de las articulaciones más lesionadas entre los atletas de fuerza, como los levantadores de pesas y los levantadores de potencia.1 Sin embargo, a pesar de ser tan común, se puede buscar en Internet y en revistas de investigación durante días y no encontrar un consenso entre los profesionales médicos y de rehabilitación sobre el mejor enfoque para su gestión y tratamiento.
A la mayoría de los clínicos y médicos nos enseñan que el codo es una simple “articulación de bisagra”, que se abre y se cierra como los soportes metálicos que sujetan una puerta a su marco. Para el observador casual esto puede parecer cierto, pero el codo es mucho más de lo que parece a simple vista. A diferencia del movimiento de bisagra de la rodilla que se produce entre el fémur y la tibia, la articulación del codo contiene tres huesos (el húmero y el radio y el cúbito del antebrazo), que se conectan para formar tres pequeñas articulaciones.
¿Cuál es el mejor tratamiento para la epicondilitis?
Los antiinflamatorios no esteroideos tópicos, las inyecciones de corticosteroides, la ultrasonografía y la iontoforesis con antiinflamatorios no esteroideos parecen proporcionar beneficios a corto plazo. El uso de una cinta inelástica, no articular, en la parte proximal del antebrazo (ortesis para codo de tenista) puede mejorar la función durante las actividades cotidianas.
¿Qué modificación de la actividad para la epicondilitis medial?
Supinación y pronación resistida del antebrazo Sujetando una mancuerna, con el antebrazo apoyado en el muslo, gire lentamente la palma hacia arriba y luego gire lentamente la palma hacia abajo. Asegúrese de mantener el codo inmóvil y mover sólo el antebrazo. Repítalo de 10 a 20 veces en cada sentido, una o dos veces al día.
¿Se puede hacer ejercicio con epicondilitis?
Si tiene codo de tenista o codo de golfista, puede continuar con su ejercicio cardiovascular… Continuar con sus ejercicios cardiovasculares y de la parte inferior del cuerpo no sólo es aceptable, sino muy deseable desde una perspectiva de “mantenerse en forma y saludable”, y también para mantener una buena circulación y curación en la parte superior del cuerpo lesionada.
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Cuando estos músculos están siendo estresados por un movimiento excesivo, puede crear microdesgarros en el músculo y el tendón. A través del proceso de curación del cuerpo, si no hay una buena estimulación para hacer una buena circulación como estiramientos y masajes, la condición del tejido lesionado va a ser progresivamente peor por la acumulación de tejidos cicatriciales. Los tejidos se vuelven más gruesos, más tensos, menos flexibles y pegados a otros tejidos (restricción miofascial). En esta afección, los músculos, tendones y nervios no se deslizan con suavidad al mover la articulación.
Se diagnostica con diferentes nombres. El término suele incluir -itis, que significa que hay inflamación. Sin embargo, tomar antiinflamatorios o inyectarse esteroides no es una solución fundamental.
Lo que causa la inflamación es un aumento anormal de la tensión en el tendón y los músculos. Necesitamos normalizar el mal estado de músculos y tendones rompiendo la adherencia (restricción miofascial) y liberando los puntos gatillo. Esta es la solución fundamental para el dolor de codo.
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La epicondilitis lateral es uno de los síndromes por uso excesivo más frecuentes en atención primaria, con una incidencia anual del 1 al 3%; la afección afecta por igual a hombres y mujeres.1 Los pacientes con epicondilitis lateral suelen tener 40 años o más y antecedentes de actividad repetitiva durante el trabajo o el ocio. A veces se denomina codo de tenista, aunque suele aparecer en actividades como otros deportes de raqueta y el golf. La dorsiflexión repetitiva de la muñeca con supinación y pronación provoca un uso excesivo de los tendones extensores del antebrazo y las consiguientes microdesgarros, degeneración del colágeno y proliferación angiofibroblástica. Si no se trata, la epicondilitis lateral persiste una media de seis a 24 meses.2
La epicondilitis lateral se presenta como una historia de dolor en el codo lateral relacionado con la ocupación o la actividad. Los síntomas suelen reproducirse con la supinación resistida o la dorsiflexión de la muñeca, especialmente con el brazo en extensión completa. El dolor suele localizarse justo distal al epicóndilo lateral sobre la masa del tendón extensor. Rara vez se requieren estudios de imagen para el diagnóstico. En artículos de revisión recientes se ha abordado el uso de los antecedentes del paciente, el diagnóstico diferencial y la exploración física en el diagnóstico de la epicondilitis lateral.3,4
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Para los que no lo hayan hecho, imagínese que entra en el gimnasio dispuesto a trabajar y, tras cargar el peso adecuado en la barra, tumbarse en el banco y visualizar la primera repetición, baja el peso hasta el pecho sólo para experimentar un dolor punzante en la cara interna de uno o ambos codos.
El codo de levantador, quizá más conocido como codo de golfista, es una lesión por uso excesivo. Los tendones de los músculos flexores de la muñeca se inflaman debido a patrones de carga anormales y al uso excesivo (Ambler-Wright et al., 2021). Un nombre más técnico para esta afección es tendinopatía del epicóndilo medial.
La tendinopatía se produce cuando un tendón experimenta un deterioro mayor del que puede recuperarse, posiblemente debido a una mala biomecánica de elevación y otras combinaciones de tareas repetitivas, en este caso, que afectan a la muñeca y el antebrazo. El dolor suele presentarse donde los tendones flexores de la muñeca se unen a la parte ósea de la cara interna del codo (epicóndilo medial), lo que puede limitar las tareas sencillas.
La tendinopatía es uno de los trastornos musculoesqueléticos autoinformados más frecuentes, con muchos factores de riesgo asociados. Incluso con tratamiento, la recurrencia de los síntomas es frecuente. Los factores de riesgo de la tendinopatía incluyen la carga repetitiva, la carga excesiva y los movimientos anormales e inusuales (Kaux et al., 2011).