Contracturas por inmovilidad

Una contractura muscular, también conocida como deformidad por contractura, es un acortamiento y tensado permanente de las fibras musculares que reduce la flexibilidad y dificulta el movimiento. Se produce cuando un músculo pierde elasticidad. Si un músculo no puede moverse y estirarse, las articulaciones cercanas también pierden movilidad y se vuelven dolorosas.

Los músculos que son flexores, los que doblan las articulaciones para acercar partes del cuerpo, son los más afectados por las contracturas. La rigidez y la tensión de estos músculos impiden que las partes del cuerpo se muevan hacia fuera y se alejen del cuerpo.

En bebés y niños, las zonas típicas afectadas por una contractura muscular son los codos, las muñecas, los dedos, las rodillas y los tobillos. La contractura del cuello, denominada tortícolis, se observa con frecuencia en bebés, y puede empeorar si el bebé es amamantado o alimentado con biberón continuamente en el mismo lado del cuerpo.

Los sarcómeros son unidades fundamentales de los músculos que hacen que las fibras musculares se contraigan. En las contracturas musculares, los sarcómeros se alargan excesivamente cuando las fibras musculares se contraen. Este aumento de la longitud de los sarcómeros impide que el músculo se contraiga con normalidad, lo que provoca debilidad muscular.

¿Cuáles son las causas de las contracturas musculares?

Las causas más comunes de contractura son la inactividad y las cicatrices de una lesión o quemadura. Las personas que padecen otras afecciones que les impiden moverse también corren mayor riesgo de sufrir una deformidad por contractura. Por ejemplo, las personas con artrosis grave o artritis reumatoide suelen desarrollar contracturas.

¿Qué son las contracturas musculares?

Una contractura es una tensión fija de músculos, tendones, ligamentos o piel. Impide el movimiento normal de la parte del cuerpo asociada. Una lesión, como una quemadura grave, puede provocar una contractura de la piel. La piel se vuelve cicatrizada y no elástica, lo que limita la amplitud de movimiento de la zona afectada.

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¿Se pueden revertir las contracturas musculares?

Diversas intervenciones pueden ralentizar, detener o incluso revertir las contracturas musculares, desde la fisioterapia hasta la cirugía.

Prevención de contracturas

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Las contracturas musculares pueden producirse por muchas razones, como parálisis, atrofia muscular y formas de distrofia muscular. Fundamentalmente, el músculo y sus tendones se acortan, lo que provoca una reducción de la flexibilidad.

Por ejemplo, en caso de parálisis parcial (poliomielitis), la pérdida de fuerza y control muscular suele ser mayor en unos músculos que en otros, lo que provoca un desequilibrio entre los distintos grupos musculares en torno a determinadas articulaciones. Un ejemplo: cuando los músculos que realizan la dorsiflexión (flexión del pie hacia arriba) son menos funcionales que los músculos que realizan la plantarflexión (flexión del pie hacia abajo), se produce una contractura que hace que el pie se incline progresivamente hacia abajo y pierda flexibilidad. Diversas intervenciones pueden ralentizar, detener o incluso revertir las contracturas musculares, desde la fisioterapia hasta la cirugía. Una causa común de que el tobillo pierda flexibilidad de esta manera es tener las sábanas metidas a los pies de la cama cuando se duerme. El peso de las sábanas mantiene los pies plantarflexionados toda la noche. La corrección de este desequilibrio consiste en no meter las sábanas a los pies de la cama o dormir con los pies colgando de la cama en decúbito prono.

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¿Son permanentes las contracturas?

Las contracturas son la pérdida crónica de movilidad articular causada por cambios estructurales en tejidos no óseos, como músculos, ligamentos y tendones. Se desarrollan cuando estos tejidos normalmente elásticos son sustituidos por tejidos inelásticos. Esto provoca el acortamiento y endurecimiento de estos tejidos, causando en última instancia rigidez, deformidades articulares y una pérdida total de movimiento alrededor de la articulación.

En la actualidad, la mayor parte de la información epidemiológica se centra en una única contractura articular; por lo tanto, la epidemiología de las contracturas articulares en su conjunto es limitada. Además, la variación en las definiciones entre los estudios utilizados como criterios diagnósticos da lugar a una amplia gama de cifras. No obstante, está claro que existe una elevada prevalencia de contracturas articulares importantes.4

En general, se ha informado de que la prevalencia oscila entre el 15% y el 70% en adultos mayores.5 Los pacientes con lesión cerebral adquirida desarrollaron contracturas entre el 16% y el 81%.6 . El 60% de los pacientes con ictus, el 36% de los pacientes con parálisis cerebral y entre el 11% y el 48% de los pacientes con lesión medular desarrollan algún tipo de contractura articular.7

Diferencia entre rigidez y contractura

Una contractura se produce cuando los tejidos normalmente elásticos son sustituidos por tejido fibroso no elástico. Las contracturas se producen sobre todo en la piel, los tejidos subyacentes y los músculos, tendones y ligamentos que rodean una articulación. Afectan a la amplitud de movimiento y a la función de una determinada parte del cuerpo. A menudo, también se produce dolor.

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Una contractura es una tensión fija de músculos, tendones, ligamentos o piel. Impide el movimiento normal de la parte del cuerpo asociada. Una lesión, como una quemadura grave, puede provocar una contractura de la piel. La piel se vuelve cicatrizada y no elástica, lo que limita la amplitud de movimiento de la zona afectada.

El médico le preguntará por sus síntomas. Le preguntará cuándo empezaron los síntomas, si tiene o no dolor en la zona afectada y qué tratamientos ha recibido en el pasado.Dependiendo de la causa y el tipo de contractura, es posible que necesite pruebas como una radiografía.El tratamiento puede incluir fisioterapia, medicamentos y aparatos ortopédicos. La cirugía puede ser útil para algunos tipos de contracturas.