La vida después de una fractura acetabular

Las fracturas de la pelvis o del acetábulo de la articulación de la cadera figuran entre las lesiones más graves tratadas por los cirujanos ortopédicos. A menudo consecuencia de un incidente traumático como un accidente de tráfico o una mala caída, las fracturas pélvicas y acetabulares requieren un tratamiento rápido y preciso y, en algunos casos, una o más intervenciones quirúrgicas. Personas de todas las edades son vulnerables a estas lesiones. Además, algunos pacientes de edad avanzada con huesos frágiles debido a la osteoporosis desarrollan fracturas pélvicas y fracturas del acetábulo con una caída de menor impacto.

La compleja naturaleza de estas fracturas puede comprenderse mejor si se observa la anatomía implicada. La pelvis está formada por varios huesos (íleon, isquion y pubis) que crean un anillo óseo, reuniéndose en la sínfisis púbica por delante y en el sacro (hueso situado en el extremo inferior de la columna vertebral) por detrás. Junto con una serie de ligamentos y músculos, los huesos de la pelvis soportan el peso de la parte superior del cuerpo y descansan sobre las articulaciones de la cadera. La pelvis protege los órganos abdominales, incluidos los intestinos y la vejiga, así como los principales nervios y vasos sanguíneos. Las fracturas de pelvis pueden producirse en cualquier punto de los huesos, dependiendo de la naturaleza del accidente y de las zonas de impacto.

¿Cuánto dura el dolor tras una fractura acetabular?

La mayoría de las personas con fracturas acetabulares tardan entre 4 y 6 meses en curarse. Si se ha conseguido la alineación anatómica en la operación y no se producen complicaciones, los pacientes pueden volver a sus actividades y funciones anteriores. A las seis semanas, los pacientes se sienten bastante cómodos.

¿Cuánto tiempo se tarda en recuperarse de una operación de fractura acetabular?

Una fractura acetabular tarda entre ocho y doce semanas en curarse. El pronóstico varía en función de la gravedad de la fractura, el tipo de fractura, otras lesiones sufridas, la edad, los antecedentes médicos y el hábito de fumar. (Fumar puede dificultar el proceso de curación y también aumenta el riesgo de complicaciones).

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¿Qué hacer después de una operación acetabular?

Deben utilizarse muletas durante las ocho semanas siguientes a la intervención, pero a las 12 semanas la mayoría de las personas pueden caminar sin ayuda. Si por lo demás están en buenas condiciones, la mayoría de las personas se recuperan totalmente en un plazo de cuatro a seis meses y pueden reanudar sus actividades recreativas en ese momento.

Recuperación de la fractura acetabular sin cirugía

Una fractura acetabular es una rotura de la cavidad de la cadera. Estas fracturas suelen ser el resultado de lesiones de alta energía, como accidentes de tráfico en pacientes jóvenes y, con mayor frecuencia, de caídas en pacientes de edad avanzada. La cavidad de la cadera puede romperse en muchos pedazos o sólo agrietarse ligeramente dependiendo de la calidad del hueso y del tipo de lesión. Estas fracturas se describen en función de dónde y cómo se rompe el hueso y se clasifican en diez tipos diferentes. La diferenciación de estas lesiones puede ser compleja y estas lesiones deben ser tratadas por un traumatólogo ortopédico.

La articulación de la cadera es una articulación esférica formada por el acetábulo y la cabeza femoral. El acetábulo es la cavidad o copa, mientras que la cabeza femoral es la bola. El acetábulo forma parte de la pelvis. Si el acetábulo se rompe y las piezas se desplazan, la cadera puede ser inestable y dislocarse o causar dolor e incapacidad importantes. Como cualquier articulación, estas superficies están cubiertas de cartílago. Un cartílago liso es importante para que una articulación se deslice con suavidad. La irregularidad del cartílago puede provocar artritis.

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Tratamiento de la fractura acetabular no desplazada

La articulación de la cadera es una configuración de rótula, en la que el fémur se inserta en la “cavidad” de la pelvis. Una fractura acetabular es la que se produce en la parte de la cavidad de la articulación, y son mucho menos frecuentes que las que afectan a la cabeza femoral, o “bola” de la articulación.

La cadera, una de las articulaciones más grandes del cuerpo, está formada por el acetábulo, que forma parte de la pelvis, y la cabeza femoral, que constituye la parte esférica de la articulación. Las superficies óseas están recubiertas de cartílago para permitir un movimiento suave, y unas bandas de tejido llamadas ligamentos proporcionan función y estabilidad a la articulación, permitiendo el movimiento sin que el fémur se salga de la cavidad.

Las fracturas acetabulares pueden variar en tamaño, localización y gravedad. El hueso puede romperse en línea recta a lo largo del acetábulo o, en algunos casos, puede hacerse añicos. Cuando se fractura el acetábulo, es posible que la cabeza femoral no encaje firmemente en la cavidad y que se dañe la superficie cartilaginosa de ambos huesos.

Una fractura acetabular casi siempre es dolorosa debido al gran tamaño de la articulación y a la carga que soporta esa zona a diario. El dolor empeora con el movimiento y, si se ha dañado un nervio durante la lesión, puede haber entumecimiento, debilidad u hormigueo en la pierna.

Protocolo de fisioterapia para fracturas acetabulares

Las fracturas de la pelvis o del acetábulo de la articulación de la cadera figuran entre las lesiones más graves tratadas por los cirujanos ortopédicos. A menudo el resultado de un incidente traumático como un accidente de tráfico o una mala caída, las fracturas pélvicas y acetabulares requieren un tratamiento rápido y preciso y, en algunos casos, uno o más procedimientos quirúrgicos. Personas de todas las edades son vulnerables a estas lesiones. Además, algunos pacientes de edad avanzada con huesos frágiles debido a la osteoporosis desarrollan fracturas pélvicas y fracturas del acetábulo con una caída de menor impacto.

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La compleja naturaleza de estas fracturas puede comprenderse mejor si se observa la anatomía implicada. La pelvis está formada por varios huesos (íleon, isquion y pubis) que crean un anillo óseo, reuniéndose en la sínfisis púbica por delante y en el sacro (hueso situado en el extremo inferior de la columna vertebral) por detrás. Junto con una serie de ligamentos y músculos, los huesos de la pelvis soportan el peso de la parte superior del cuerpo y descansan sobre las articulaciones de la cadera. La pelvis protege los órganos abdominales, incluidos los intestinos y la vejiga, así como los principales nervios y vasos sanguíneos. Las fracturas de pelvis pueden producirse en cualquier punto de los huesos, dependiendo de la naturaleza del accidente y de las zonas de impacto.