Varices

La madre de una niña de cuatro años la trae a la consulta con la queja principal de que desde hace tres noches la niña se despierta del sueño con dolores en las piernas. Su examen es normal.. ¿Cómo debe evaluar a esta paciente?

Los síntomas suelen ser dolores que aparecen al final del día o que despiertan al niño del sueño. La mayoría de las veces los dolores son bilaterales y suelen localizarse en los muslos o las pantorrillas y no afectan a las articulaciones. En raras ocasiones, puede haber dolores en una extremidad superior. Los síntomas no interfieren con las actividades diurnas. Los síntomas son intermitentes, con periodos de días o semanas sin dolor.

¿De dónde vienen los dolores de crecimiento?

Se desconoce la causa de los dolores de crecimiento. Pero no hay pruebas de que el crecimiento de un niño sea doloroso. Los dolores de crecimiento no suelen aparecer en el lugar donde se está produciendo el crecimiento ni en épocas de crecimiento rápido. Se ha sugerido que los dolores de crecimiento pueden estar relacionados con el síndrome de las piernas inquietas.

¿Cuál es la causa de los dolores articulares en los niños?

Las causas más comunes de dolor articular en los niños son los dolores de crecimiento. Se dan con mayor frecuencia en niños de entre tres y nueve años y afectan a unos niños más que a otros. Pueden ser tan graves que interrumpan el sueño. Las lesiones agudas y por uso excesivo son otra causa frecuente de dolor articular en los niños.

¿Dónde tienen los niños dolores de crecimiento?

La mayoría de los niños con dolores de crecimiento tienen dolor en los muslos, las pantorrillas, las espinillas o detrás de las rodillas. El dolor suele ser en ambas piernas y no afecta a las articulaciones. Ocasionalmente, los niños pueden tener dolor en los brazos junto con dolor en las piernas, pero no tienen dolor solo en los brazos.

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Significado de los dolores de crecimiento

Las quejas de dolor articular son frecuentes en los niños y no suelen indicar nada grave. En la mayoría de los casos, una buena noche de sueño o una dosis de Tylenol harán que desaparezcan. Sin embargo, si su hijo tiene dolor continuo, hinchazón o sensibilidad al tacto, a veces puede indicar una afección más grave. Una cita con un reumatólogo de nuestro Programa de Reumatología Pediátrica puede ayudarle a comprender si el dolor de su hijo necesita tratamiento.

Las causas más comunes de dolor articular en los niños son los dolores de crecimiento. Se producen con mayor frecuencia en niños de entre tres y nueve años y afectan a algunos niños más que a otros. Pueden ser tan intensos que interrumpan el sueño.

Las lesiones agudas y por uso excesivo son otra causa frecuente de dolor articular en los niños. En los niños deportistas, las lesiones por uso excesivo -el resultado de repetir el mismo movimiento una y otra vez- se han hecho más frecuentes a medida que los deportes juveniles se especializan.

Con mucha menor frecuencia, el dolor articular es signo de un trastorno autoinmunitario, en el que el sistema inmunitario ataca por error a tejidos y células sanos. La artritis idiopática juvenil (AIJ), el lupus eritematoso sistémico (también llamado lupus o LES) y la dermatomiositis juvenil son afecciones autoinmunitarias que provocan dolor articular.

Dolores de crecimiento – deutsch

Dolores de crecimiento es un término que no sólo se aplica a los retos emocionales de la infancia, sino también a los físicos. Los niños y niñas de edades comprendidas entre los nueve y los catorce años suelen quejarse de dolores musculares y articulares directamente asociados a los brotes de crecimiento puberal.

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Una de las causas más comunes de los dolores de crecimiento en los niños es una afección conocida como apofisitis. En pediatría, se refiere a la inflamación del cartílago de crecimiento que se encuentra en los niños y que sirve como lugar de fijación de músculos y tendones. La apofisitis también puede desarrollarse en atletas debido al tirón repetitivo del músculo en el lugar de fijación del hueso.

Durante la pubertad, el rápido crecimiento del hueso suele superar la capacidad de la unidad músculo-tendinosa para estirarse lo suficiente o desarrollar la fuerza adecuada. Esto aumenta la tensión en el punto de inserción y desencadena una respuesta inflamatoria, que incluye hinchazón localizada, dolor y sensibilidad. En los atletas jóvenes, el entrenamiento y la competición aumentan aún más la tensión.

Los síntomas de la apofisitis suelen empeorar con la práctica deportiva y pueden prolongarse hasta bien entrada la noche, interfiriendo con el sueño. El dolor y la hinchazón suelen mejorar con reposo, aplicación de hielo y antiinflamatorios no esteroideos como Advil (ibuprofeno) o Aleve (naproxeno).

Claudicación

Ocurre con mayor frecuencia en niños de 2 a 12 años de edad (Naish, 1951; Oster, 1972; Pavone, 2011). Puede aparecer y desaparecer durante años, pero se resuelve con la madurez esquelética (Peterson, 1986). Un estudio escandinavo de 1972 mostró una prevalencia en niños de 6 a 19 años del 13% en niños y del 18% en niñas (Oster, 1972). Un estudio australiano en niños de 4-6 años demostró una prevalencia del 36% (Evans, 2004).

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No hay cambios visuales en el aspecto de la extremidad. Sin hinchazón, calor, eritema, hematoma, atrofia, contractura articular o cojera (Naish, 1951; Oster, 1972; Pavone, 2011; Peterson, 1986). No hay fiebre asociada. Los músculos pueden estar sensibles a la palpación mientras se siente dolor, pero el paciente suele tranquilizarse con masajes (Baxter, 1988; Naish, 1951; Pavone, 2011).

Las radiografías y los valores de laboratorio suelen ser normales. Por lo tanto, los estudios de imagen o de laboratorio pueden no estar indicados si la historia y el examen son altamente consistentes con dolores de crecimiento (Naish, 1951; Oster, 1972; Pavone, 2011; Peterson, 1986). El dolor de crecimiento unilateral es menos común, pero puede ocurrir (Peterson, 1986); por lo tanto, pueden considerarse radiografías de las zonas afectadas o análisis de sangre de cribado para evaluar el proceso inflamatorio (hemograma con diferencial, proteína C reactiva, velocidad de sedimentación globular).