Influencias biológicas en la psicología del dolor

El objetivo de los profesionales de la experiencia de usuario es crear experiencias integrales para el cliente que sirvan a los objetivos del usuario de la forma más eficaz posible. Para ello, investigamos a los usuarios para comprenderlos, sus necesidades y los obstáculos que pueden encontrar al tratar de satisfacerlas. Solemos referirnos a estos obstáculos como puntos de dolor, es decir, problemas en la experiencia del cliente con un producto o servicio.

La expresión “experiencia del cliente” es crucial en la definición de un punto de dolor. En otras ocasiones hemos definido la experiencia del cliente como algo que abarca tres niveles: el nivel de interacción, el nivel de recorrido y el nivel de relación. Un punto de dolor puede ser un problema en cualquiera de estos tres niveles: puede estar relacionado con una interacción concreta con una interfaz (en cuyo caso suele denominarse problema de usabilidad), con un trayecto en el que el cliente intenta alcanzar un objetivo o con la experiencia longitudinal que un cliente tiene con una empresa.

A todos nos ha pasado: llamamos al servicio de atención al cliente, decimos lo que necesitamos, sólo para que nos pasen a otro departamento que “podrá atender esa petición”. No sólo perdemos tiempo, sino que tenemos que volver a explicar nuestro problema. Es más, a menudo hay discrepancias en la información que nos dan. Este tipo de interacción provoca pérdida de tiempo y confusión.

¿Cuáles son los 5 factores que pueden influir en la percepción del dolor?

La percepción, la expresión y la reacción al dolor están influidas por variables genéticas, de desarrollo, familiares, psicológicas, sociales y culturales.

¿Cuáles son las tres percepciones del dolor?

Entre los seres humanos, la percepción del dolor puede variar drásticamente de un individuo a otro. Según un modelo biopsicosocial del dolor, la percepción de los estímulos dolorosos está influida por tres tipos principales de factores: biológicos, psicológicos y sociales.

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¿Cuál es la epidemiología del dolor en el mundo?

A escala mundial, se calcula que 1 de cada 5 adultos sufre dolor y que a otro 1 de cada 10 adultos se le diagnostica dolor crónico cada año [1].

Prevalencia del dolor agudo en el mundo

ResumenAntecedentesEl dolor es un problema enorme en todo el mundo. Se calcula que el 20% de los adultos padecen dolor en todo el mundo y que cada año se diagnostica dolor crónico al 10% de la población. Sin embargo, el problema del dolor se ha considerado principalmente un problema médico, y ha sido poco abordado por el campo de la salud pública.DiscusiónA pesar de la ubicuidad del dolor, ya sea agudo, crónico o intermitente, los estudiosos y profesionales de la salud pública no han abordado esta cuestión como un problema de salud pública. La importancia de contemplar el dolor desde el punto de vista de la salud pública permite entenderlo como un problema polifacético e interdisciplinar, muchas de cuyas causas son los determinantes sociales de la salud. Abordar el dolor como un problema de salud pública mundial también ayudará a establecer prioridades y formular políticas de salud pública para hacer frente a este problema, que, como la mayoría de las demás enfermedades crónicas no transmisibles, está creciendo tanto en cifras absolutas como en su distribución desigual en todo el mundo.ResumenLa prevalencia, la incidencia y las vastas consecuencias sociales y sanitarias del dolor mundial exigen que la comunidad de la salud pública preste la debida atención a esta cuestión. De este modo, los profesionales sanitarios y de la salud pública tendrán un conocimiento más completo del dolor y de las respuestas adecuadas de salud pública y política social a este problema.

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Prevalencia del dolor crónico en el mundo

Es realmente una escala de dolor de 0 a 10 la mejor forma de transmitir tu dolor? Esa es la pregunta que planteamos en nuestra encuesta mensual de julio de 2018 a los participantes en ArthritisPower®, nuestro registro de investigación centrado en el paciente para afecciones articulares, óseas e inflamatorias de la piel. Más…

Esto se hace eco de un cambio de pensamiento entre algunos miembros de la comunidad médica, que afirman que estas escalas de dolor son demasiado simplistas y podrían hacer que los pacientes no recibieran el tratamiento más eficaz para su dolor.

Una escala de dolor no es más que una forma de clasificar o cuantificar tu dolor para que puedas hablar de él con tu médico, con otros profesionales sanitarios o incluso con tus amigos y familiares. Hay muchos tipos diferentes de escalas de dolor, pero una muy común es una escala numérica de 0 a 10. En ella, 0 significa que no tienes dolor. En este caso, 0 significa que no tienes dolor; de uno a tres significa dolor leve; de cuatro a siete se considera dolor moderado; de ocho en adelante es dolor intenso.

Las escalas de dolor se basan en datos autodeclarados, es decir, facilitados por el paciente, por lo que son subjetivas. Tu versión de un siete puede ser la idea que otra persona tiene de un tres. Pero la idea es que te ayuden a comparar tus propias valoraciones a lo largo del tiempo. ¿Su dolor está mejorando o empeorando? Utilizar una escala de dolor también puede ayudarles a usted y a su médico a analizar qué factores -un cambio en la actividad física, por ejemplo, o una nueva pauta de medicación- podrían ser responsables de esos cambios.

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¿Cuáles son las influencias biológicas en el dolor?

Observar el sufrimiento de otra persona puede evocar una profunda sensación de angustia y tristeza, casi como si nos estuviera ocurriendo a nosotros. En el pasado, esto podría haberse explicado simplemente como empatía, la capacidad de experimentar los sentimientos de los demás, pero en los últimos 20 años, los neurocientíficos han sido capaces de señalar algunas de las regiones específicas del cerebro responsables de este sentido de interconexión. Cinco científicos discutieron la neurociencia detrás de cómo procesamos los sentimientos de los demás durante un Simposio de Ciencia Integrativa presidido por el miembro de APS Piotr Winkielman (Universidad de California, San Diego) en la Convención Internacional de Ciencia Psicológica 2017 en Viena.

“Cuando somos testigos de lo que les ocurre a otros, no solo activamos la corteza visual como pensábamos hace algunas décadas”, dijo Christian Keysers, del Instituto Holandés de Neurociencia de Ámsterdam. “También activamos nuestras propias acciones como si actuáramos de forma similar. Activamos nuestras propias emociones y sensaciones como si sintiéramos lo mismo”.